RECETA DE COCINA
Julio 3, 1999.
Tomar toda la ropa
y arrojarla al canasto.
Una vez desnudo externamente,
se hace la misma operación con roles y máscaras usuales.
Luego, se abre una ventana
y se sacuden por allí las pretensiones.
Reposar un instante.
Aguzar el oído,
atisbar el momento.
Adelgazar la masa suavemente,
sin mirarla.
La mirada debe ser llevada por el viento.
Probar el punto,
escuchar el murmullo,
comprobar si un aroma de risas
va naciendo.
Ponerse el gorro de los locos,
sacudir dulcemente la cabeza
-hacerlo varias veces-.
Reposar un instante.
Si hay un centro silencioso
que se expande,
se verá la realidad de un modo nuevo.
En ese punto, dejar que todo fluya,
sentirse un relajado recipiente,
elegir las palabras, los colores,
el ritmo, los acentos.
Condimentar a gusto.
Darse tiempo.
Escribir el
poema. Sorprenderse.
Dárselo a los amigos, que lo prueben.
Sonreír. Disfrutar. Volver a la cocina.
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